Se habla mucho de cambios y de transformación empresarial y algunos miran esto como algo nuevo. Sin embargo, el proceso de cambio en las empresas no es nuevo y menos ajeno al día a día. Los cambios son parte de una etapa evolutiva que empiezan por hacernos consciente. ¿Consciente? Sí, conscientes de cómo estamos, de nuestros actos y de nuestros errores.
Consciente: Dícese de una persona que tiene conocimiento de algo o se da cuenta de ellos, especialmente de los propios actos y sus consecuencias. Son conscientes de su error.
RAE
Y como en la vida misma, en las empresas los cambios empiezan con la generación de preguntas, saliendo de esa zona de confort donde se encuentran, preguntas cómo: ¿por qué hacemos esto? ¿para qué lo hacemos? ¿qué buscamos? ¿a quién satisfacemos? ¿satisfacemos?…
Las respuestas pueden ser o no ser conocidas e incluso pueden derivar a nuevas preguntas ¿es esto lo qué esperamos? ¿queremos seguir haciendo esto? ¿qué más podemos hacer? ¿qué necesitamos cambiar? ¿qué debemos dejar? ¿qué debemos incorporar? ¿quiénes nos deben acompañar?…
Los cambios vendrán dependiendo del tipo respuestas que nos hemos dado. A respuestas más sinceras y retantes, más miedo e incertidumbre puede generarse (dependerá el del tipo de cultura de la empresa). Es en este punto que debemos decir que los miedos son normal, todo cambio provoca eso, en una primera etapa. Por ello, los miedos en las empresas, tal cuál como en las personas, se trabajan, se afrontan y se superan.
Sin embargo, si ya hemos sido capaces de preguntarnos y respondernos es que ya hemos avanzando, acabamos de dar el primer gran paso, hemos empezado como empresa a ser conscientes. Al darme cuenta cómo estoy, me permite trabajar en el que estoy buscando, me permite aprovechar lo mejor que tengo (conocimiento, experiencia, gente, etc.) para trazar la dirección hacia lo que espero (la visión). Además al conocer mis falencias, se que necesito incorporar nuevas prácticas y herramientas, cambiar procesos, crear nuevas estrategias, poner foco en lo que importa y aunque cueste, ser capaz de dejar lo que no me funciona (pensamientos, actitudes, herramientas, procesos,…).
En una de mis últimas conferencias donde hablaba sobre Transformación Cultural, una señora que había trabajado más de 20 años en IBM me dijo: «…Esto lo vengo escuchando desde 1980. ¿Dónde está lo nuevo?» Y es que efectivamente, el cambio no es nuevo. Y como le dije a ella, lo «nuevo» está en la velocidad con la que necesitas experimentar el proceso de cambio, la velocidad de tu respuesta. Por qué hoy, difícilmente un cliente te espere a que hagas tus cambios a la velocidad que tu desees. Estamos viviendo una época de inmediates y de cambios constantes. Y hoy lideran las empresas que son capaces de adaptarse más rápido a las necesidades del mercado.
Tal como ella me dijo, antes ya se hacia reingeníeria, que buscaba mejorar un proceso. Efectivamente. Se hacia y aún se hace. La pregunta es ¿cuánto tiempo demoraba? Podía tomar muchos meses o años. Yo he vivido este proceso. Yo lo hacia allá por el 2009. Primero analizábamos, con ello pasábamos a planificar al detalle, luego ejecutábamos y si había errores, volvíamos a analizar, para continuar con los mismos pasos.
Hoy lo hacemos en pequeño. Tenemos una idea base, planificamos, analizamos y ejecutamos de forma iterativa e incremental para escenarios complejos o de incertidumbre. Me equivoco rápido y barato. Este cambio, acarrea otros cambios de forma interna. Por ejemplo, antes nos basábamos en un único experto o un grupo de expertos, quienes decidían lo que se iba o no iba a hacerse o cómo se debía hacer en función a su conocimiento. Esto podía limitar el impacto e incluso no tener en cuenta muchas otras aristas, entonces, era necesario documentar todo. Hoy cuándo se piensa en cambios o se tiene una posible idea, desde la primera etapa, no solo los expertos del proceso o producto participan, sino todos aquellos que de una u otra forma tendrán participación, incluyendo el usuario final. Y no solo escuchan, sino que debaten, retan y suman a la idea.
Hasta aquí, todo lo que he escrito no es nada nuevo -como los cambios- es más una reflexión sobre lo importante que es empezar a cuestionarnos, pero sobre todo, -aquí viene lo que busco de fondo con este artículo- es empezar ¡ya! a darnos respuestas para tomar acción. Mañana es tarde. No solo con desear el cambio, esté se dará. Hay que trabajar y mucho.
Tomemos acciones con estrategia
Tomar acciones es el siguiente paso después de cuestionarnos, pero, hagámoslo de forma estratégica. BCG en su curso «Digital Transformation» junto a la Universidad de Virginia en el capitulo 4, hablan sobre Digitalización del negocio, explican la diferencia entre tener y no tener una estrategia. Rescato una pequeña frase: «Las empresas creen que la estrategia está muerta. Sin embargo, es la ausencia de esta lo que hacen que ellos fracasen en este proceso de transformación. ¿Creen que Netflix no tenia una estrategia? ¿Creen que Amazon no tiene estrategia cada vez que abre un nuevo negocio? Se hace estrategia, pero, no como antes. Ahora es puntual y de tiempos cortos.«
Complementando esto, hace unos días, Antonio Nieto-Rodríguez, economista, líder mundial en gestión de proyectos e implementación de estrategias y autor del best-seller ‘The Focused Organisation’, estuvo en el MABS2019. Su ponencia tuvo dos temas principales: la estrategia y los proyectos. Algunas frases que se encargó de remarcar: «… la palabra más importante hoy en día es Estrategia. La Estrategia es fundamental.» además agregó «Es fundamental el cambio de la mentalidad en los CEO, tienen que aprender y ser hoy en día como ‘coaches’. Si el CEO es rígido, no se genera cambio alguno… el cambio no es fácil pero es posible. No hace falta ser Steve Jobs.”.
Sin embargo, desde el 2017, se muestra cómo indicador que el 42% de las empresas que deseaban iniciar con su proceso de Transformación Digital no tenia una estrategia (Diario Gestión). Algunos porqué no saben y otros porque creen que no la necesitan. Y esto es como tener una operación de vida o muerte, tienes 50% de probabilidad de salir vivo (no implica que en buen estado) y 50% de morir.
¿Por qué? Creo que por dos motivos. Primero, supongamos que el cliente desea atención más rápida y tu ves que una opción es abrir un nuevo canal de venta, a través de un app, además tus competidores lo hacen. Lo desarrollas y lo lanzas. Un éxito en ventas, sin embargo, si no contemplas los cambios logísticos (almacén, transporte, importación) que esto implica puedes sufrir costos y reputación en el camino. La digitalización suele implicar modificar toda la cadena de valor hacia atrás.
El otro motivo es evaluar qué tan alineada está idea de los objetivos del negocio (puedes ser económicos o no económicos). Esta pregunta muchas veces no se hace. Se tiene una idea y se hace porque otros los hacen o solo porque el cliente lo desea. Recuerdo que hace unos meses estuve en la consultora de software con sede en otros países conversando con el Gerente Comercial y la Gerenta de RRHH y ella me dijó: «Acabamos de implementar nuestra sala de videojuegos para que los chicos estén más cómodos». Entonces, le pregunté «Y está implementación a qué objetivo del negocio responde. Hubo un gran silencio. Y la respuesta no se dijo, pero, se entendió. No se sabía. Conocer la respuesta puede hace la diferencia entre un gasto y una inversión. Una respuesta hubiera sido, tenemos como objetivo incrementar en X% la satisfacción de nuestros equipo de programadores y luego de conversar con ellos y evaluar diversas iniciativas de como lograr el objetivo, elegimos esta opción. Lo hemos complementado, comparando los indicador antes de implementar y luego de ello.
Deseo finalizar con dos puntos: primero no le tengamos miedo a la palabra estrategia, no es tan pesada como parece, hacemos estrategia todos los días, incluso cuando decidimos si ir en taxi o manejando, solo mencionar que el éxito de esa estrategia en las empresas no solo depende de una persona, por eso, este segundo punto en vital. Las empresas están compuestas de personas y somos las personas las que nos cuestionamos, nos respondamos y actuamos. Depende de nosotros y del tipo de respuesta que nos demos, el ritmo de esta transformación. Hagamos cada vez, más empresa conscientes.
Johana Chuquino